jueves, 13 de mayo de 2010

Kick-Ass



Es raro cuando una película se atreve a arriesgar. Como he mencionado muchas veces, ese fue el error de Iron Man 2 (Favreau, 2010), irse por lo convencional y mostrar lo que el estudio considera seguro para la audiencia. Hasta la saga de Spiderman se vio afectada por la inseguridad de los estudios a meter nuevas ideas, dándole a Sam Raimi su lista de ‘lo que queremos ver en la siguiente entrega’ para asegurar que el contenido entre en los cánones aceptados por el público meta. Esa misma inseguridad es lo que tanto preocupa a los fans cuando se anuncia la nueva transición de viñeta a cine.

Algo que caracteriza a Lions Gate Entertainment(conocida comercialmente como Lionsgate), sin ahondar en el contenido de sus cintas y dejando de lado la calidad de su producto final, es que es una compañía que arriesga. Varios éxitos han salido de la fábrica de Lionsgate.
American Psycho (Harron, 2000), Fahrenheit 9/11 (Moore, 2005), Saw (Wan, 2003), Crank (Neveldine, 2006), Dogma (Smith, 1999) y la más reciente Precious (Daniels, 2009). Si hay algún patrón en los anteriores ejemplos (y muchos más que se encuentran en el historial de la compañía) es el de que todas son ideas que fueron rechazadas por otros estudios más grandes, precisamente por ese ‘¿para qué arriesgarnos?’ tan palpable en la cartelera cinematográfica actual.

Es por eso que los fans del cómic original escrito por Mark Millar y dibujado por John Romita Jr. decidieron darle una oportunidad a la nueva adaptación del recientemente terminado Kick-Ass. La historia de Dave Lizewski, un adolescente que se da cuenta que no se necesitan superpoderes para ser un superhéroe y que nota cómo el mundo no es consciente de la importancia de ponerse una capa y salir de la rutina (¿algún paralelismo con el caso anterior?).

Aunque el director, Matthew Vaughn, posee una carrera sólida, yo sí llegué a dudar de su capacidad para adaptar un cómic correctamente (y más uno tan difícil como Kick-Ass). Hasta se me ocurrió que la decisión adecuada era la de llevar la película a un terreno más geek, con un nombre como Edgar Wright en los créditos.

Lo importante es que la película es más que la suma de sus partes. Un director inexperimentado en el salto cómic-cine (aunque sea el responsable de una de las dos buenas adaptaciones de Neil Gaiman) logró hacer una de las mejores películas de superhéroes. Un cast desconocido hizo que simpatizáramos con personajes igualmente desconocidos y lo más raro de todo esto: Nicolas Cage dio una actuación que NO es mediocre (¿QUÉ?).

Kick-Ass será (y está siendo) muy criticada por los mismos círculos que, en primer lugar, no se hubieran atrevido a hacerla. No es una película convencional y eso molestará a los ancianos más conservadores. A muchos les resulta incómodo que el mundo cambie a su alrededor, pero, a los que no, sólo les recomiendo sentarse y disfrutar de la mezcla de rebeldía, anarquía, actos políticamente incorrectos y diversión que ofrece Kick-Ass.

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